Ismel Álvarez-Obra

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El espejo es un elemento que ha formado parte de la vida de los seres humanos a lo largo de su historia, y este se puede ver documentado en las diferentes etapas de evolución del hombre, así mismo se ha usado para poder reflejarse, como un símbolo de la vanidad o el análisis del reflejo buscando más allá de lo que se ve confrontando al verdadero yo. Los espejos, en nuestra tridimensión, son una ventana impenetrable a otra dimensión, igual en apariencia pero encerrada en dos dimensiones. Si damos un paso a la izquierda (nosotros de la tercera dimensión) nuestro otro yo, el de la bidimensión, repite en un mismo tiempo en sentido contrario. Llamando, así, su derecha: izquierda. A saber por lógica, el ser paralelo de la mono dimensión llama, al igual que nosotros, izquierda como izquierda y todas las dimensiones de carácter impar coincidentes en esa mismidad. Y los pares entre sí, tienen también esa coincidencia contraria a la impar. Esto divide los universos en dos grupos también infinitos. Digo que, tal vez, poniendo los espejos enfrentados (algo ladeados para que podamos ver cómo, supuestamente, se reflejan los reflejos) vemos las otras dimensiones también, pero es erróneo, todos están en la bidimensionalidad. Este pseudo efecto visual nos dice que cada dimensión también está multiplicada hasta el infinito.

Mi obra discursa sobre la necesidad del ser humano de llegar a un convencimiento, sea este de su agrado o no. Utilizar este material como soporte  enriquece mi diálogo reflejando un constante debate  pues en el proceso convivo con mitos y leyendas que hacen del espectador, muchas veces, una persona supersticiosa. Deformarlo va más allá de una intención, es un deseo incondicional como artista y una búsqueda constante de reacciones.